Tras recibir los embates del golem de grava y cerciorarse de la futilidad de combatir contra él, deciden resolver el acertijo de la puerta mientras esquivan los golpes de la criatura. Una vez han logrado abrir la puerta, el golem se funde con el suelo quedando inactivo.
Unas escaleras descienden hacia la oscuridad talladas en la roca de la montaña.En el interior del templo descubren varias salas abandonadas y cubiertas de polvo. Las puertas son de piedra y para su sorpresa en una antigua despensa descubren una tuberÃa de bronce que sale de la pared que parece contener agua aun. Siguiendo la tuberÃa llegan a un pequeño pozo en una caverna. Poco después tras una puerta de roca se topan con una saca colosal llena de estatuas del maestro Nimoi en distintos katas de su arte marcial ya extinto. Desgraciadamente en la sala una pequeña horda de zombies de sal aguarda a la espera de nuevas presas. Según parece son los cadáveres reanimados de los antiguos monjes del templo.
Al principio los zombies no son un problema.Los atraen hasta una sala estrecha y allà van acabando con ellos de uno en uno, pero pronto se darán cuenta de que no están solos. Un fantasma demente los controla y comienza a abrir puertas del templo para que los zombies rodeen al grupo y comiencen a convertirse en un problema serio.
El fantasma tiene accesos de cordura de vez en cuando y pide ayuda a los aventureros. Les pide que encuentren sus huesos y los lleven a su familia para darle paz.Pero en ningún momento ceja en su empeño de acabar con los aventureros. Retrocediendo llegan hasta la sala del pozo y allà destrozan la tuberÃa creando una pequeña lluvia que acaba con gran parte de los zombies de sal. Exhaustos contemplan bajo la lluvia artificial como el fantasma retrocede hacia la oscuridad llevándose consigo a su séquito de no muertos.
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